Y continuando con el libro de James Laver
Breve Historia del traje y la moda, os voy a transcribir unos párrafos que me hicieron pensar en otra forma de hacer las crinolinas para las muñecas, dejando a un lado el alambre como material para hacer los aros.
"La crinolina era, por un lado un símbolo de la supuesta inaccesibilidad de las mujeres. La falda ensanchada parecía querer decir: "no se puede usted acercar ni para besar mi mano". Pero, por supuesto, la falda enormemente amplia representaba una farsa, ya que era en sí misma un instrumento de seducción. (...) Cuando vemos en los grabados damas con las faldas como cubreteteras pasadas de moda, creemos que es una estructura sólida e inalterable; pero, por supuesto, nada más lejos de la verdad. La crinolina iba siempre de un lado para otro en un estado de agitación constante. (...)se ladeaba un poco y se columpiaba hacia adelante y hacia atrás. Cualquier presión que se hiciera en un lado del aro metálico se transmitía, por su elasticidad, al otro lado dando como resultado un cierto tiro ascendente de la falda. Fue probablemente esto lo que hizo que el caballero victoriano tuviera obsesión por los tobillos..."
Pues bien, después de leer esto, yo también quise obtener este mismo efecto en las crinolinas de mis muñecas. Utilizando el alambre como material para hacer los aros, me quedaba una estructura demasiado sólida....
Hasta que llegaron unos enormes paquetes con materiales para las clases de Educación Infantil. Al cortar las cintas de embalar me di cuenta de que eran a la vez fuertes y flexibles. Así que las corté con cuidado, las lavé y ... las metí en las crinolinas de los trajes que habéis visto en la primera parte ( tengo que decir que éstas solo tienen un aro, las de verdad tienen varios). Cuando puse los vestidos encima, pude comprobar que el efecto descrito por James Laver ( y tantas veces constatado en las películas de época) se reproducía en mis muñecas. Con una ventaja añadida: al ser material plástico, si un día fuera necesario lavar las crinolinas creo que podría hacerlo sin miedo, cosa que no se puede con los aros de alambre. Así que... "miel sobre hojuelas".
La crinolina alcanzó su máximo apogeo durante el Segundo Imperio Francés, especialmente con la emperatriz Eugenia de Montijo. Aquí hago un pequeño paréntesis para recomendar una película española antigua Violetas imperiales. No entro a discutir si es una buena película o no, pero a nivel de ilustrar sobre el vestuario de la época, creo que es muy interesante. Lo malo es que el color no está muy bien conservado.
A continuación os pongo unas fotos de una crinolina de tres aros que hice para esta entrada.
Sólo tenía un problema, no tenía vestido para ella, porque al ser tan amplia los que tenía se me quedaban un poco cortos, así que otro proyecto más : hacer un vestido, pero éste más en la tónica de la emperatriz de Francia, o sea, exagerado a tope.
De momento, y para que veáis el efecto bajo uno de mis trajes, os pongo estas fotos.
Conclusiones de este "experimento":
1ª Para recrear una época muy concreta de la moda (Segundo Imperio francés) pues muy bien, pero si comparáis con las crinolinas que he puesto en la primera parte de esta entrada (o la cabecera de este blog), con el traje encima no se nota mucho la diferencia de trabajo que conlleva una crinolina con tres aros, luego con un aro puede ser suficiente para obtener un efecto bonito.
2ª Hablando de efectos, he comprobado que al ponerle más aros, la estructura es más sólida y se pierde un poco el efecto descrito por James Laver. Sin embargo, en la variación está el gusto.
De momento, esto es todo. Tan pronto pueda seguiré con esta serie de entradas.
Gracias